EL TEATRO, HERRAMIENTA EN CLASE

augusto boal

Augusto Boal dando la (buena) nota 🙂

Una de las mejores formas de comunicación que he establecido con mis chavales ha sido a través del teatro. Yo no tengo formación en teatro, sólo voy investigando de aquí y de allá, pero incluso así, es una herramienta fantástica. Este año la estoy utilizando en dos asignaturas distintas para dos grupos de 4º de ESO:

Ética o educación para la ciudadanía: Una de las experiencias más bonitas que he tenido en el ámbito educativo es haber tenido la oportunidad de conocer de primera mano las experiencias prácticas de la educación popular latinoamericana. Paolo Freire, la metodología Reflect, Augusto Boal, Marco Raúl Mejías, los bachilleratos populares argentinos (aquí algo que escribí sobre ello)…podría hacer una lista larguísima y preciosa de la educación popular que nos ha dado América Latina. Una de las metodologías más bonitas de la educación popular es precisamente el Teatro, concretamente el Teatro Social o Teatro del Oprimido que muchas conoceréis. Dentro del Teatro Social, hay muchas dinámicas y perspectivas, pero yo escogí el Teatro Foro para darle la vuelta a la asignatura de Ética. Debo decir, como disclaimer, que es algo arriesgado de practicar si no hay un clima previo de confianza o de sorpresa y si una no está muy segura de practicarlo. Pero de nuevo, de igual manera que a gamificar se aprende gamificando como me dijeron, también se aprende esto haciéndolo de corazón y con sentido común.

A lo que íbamos, al teatro. La técnica del Teatro Foro la utilizo en Ética a partir del planteamiento de dilemas morales. He organizado la clase en grupos y cada uno de ellos dispone de una descripción de una situación en la que intervienen diversos personajes que acaba justo en el momento que se plantea el dilema. Cada grupo representa libremente la situación propuesta hasta que oyen unas palmas para paralizar la representación justamente ahí. A partir de ahí, iniciamos un debate entre los demás grupos para dar una respuesta a la situación representada: ¿qué debe hacer el o la protagonista? ¿por qué? Gracias a ese debate, es fácil exponer los diferentes razonamientos éticos que practicamos todas: «escoges esa opción porque piensas que deben actuar siguiendo…sus principios? sus valores? su obligación?, etc». Una vez el grupo acuerda cómo finalizar la escena, el grupo que la representa debe hacerlo, pero es libre para desarrollar en escena las consecuencias de la decisión colectiva.

También es muy interesante elaborar unas conclusiones colectivas tras todas las representaciones. ¿Cómo somos?¿Cómo tomamos nuestras decisiones?¿Tienen nuestros razonamientos una relación con lo que ha dicho la filosofía en su historia?

Ciencias sociales- Historia: Desde una perspectiva absolutamente diferente, también he planteado herramientas teatrales para la Historia de 4º de ESO, concretamente para exponer el fascinante siglo XIX español. Confieso que me sentía sobrepasada por la obligación de explicar un siglo donde se suceden los gobiernos, los diferentes partidos, las guerras internas y externas, al mismo tiempo que mantener el interés de una clase orientada a las ciencias. Obviamente no soy una erudita en el siglo XIX para poder fascinar con mis clases magistrales y aunque lo fuera, no me siento identificada por esa metodología por razones diversas. Sea como fuere, opté por el teatro. Así, durante toda la exposición del siglo XIX he ido repartiendo roles o personajes, acompañándolo con sus respectivos disfraces: el general Prim, el breve rey Amadeo de Saboya, la todavía más breve I República, Alfonso XII, los cantonalistas, etc. La metodología es sencilla y humilde, ya que estamos todavía conociéndonos. Básicamente, cada vez que alguien recibe un rol, me acompaña paseando por la clase mientras entre el resto de la clase y yo le hacemos preguntas. Por ejemplo, «Ay, I República, qué poco duraste! ¿Qué te pasó?», etc.

He ido un poco más allá y he establecido complicidades secretas para jugar con el factor sorpresa. Así, cada vez que pronuncio palabras claves acordadas previamente, un grupo de alumnos (los cantonalistas) se levantan e interpretan su papel. También he conseguido la complicidad de un profesor del centro y al finalizar el tema, se ha presentado de imprevisto disfrazado de Isabel II para encontrar a su hijo Alfonso y gritarle al resto de alumnos «populacho! que sois populacho!». En fin, veréis que todo parte del teatro, de la sorpresa y del humor. No sé si será muy ortodoxo, pero al menos nos hemos divertido con el temible siglo XIX. 🙂

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